Cuando nuestras pantallas se apaguen.


Cuando nuestras pantallas se apaguen


Que aburrido se vuelve el amor, cuando se finge que nos importa, cuando en medio de un problema se ignora lo que ocurre y se acorazan los sentimientos; pensando que así surgirá una solución, pero cuán lejos de la realidad se está. 

Es difícil reconocer el error, pero el camino más fácil es dejarlo como esta.  La monotonía consume el alma, oprime los sentimientos, desgasta el cuerpo, vuelve efímero el amor y todo termina en algo desagradable e insulso. Ahí, sentados, permanecían ellos, entre las cuatro paredes más fuertes, la soledad, tristeza, melancolía e indiferencia, sumidos en chats de largas conversaciones. Quienes por años afirmaron que la distancia es el principal motivo de una separación. Sin embargo, ahora no podían explicarse como la cercanía los abatía. Con problemas y sin saber cómo afrontarlos, quizá por miedo a reconocer que nunca construyeron nada y era el momento de restructurar su relación, de manera que lo único razonable para ambos fue darse una tregua, Tiempo que se ha invertido en las redes sociales; chateando con muchos ajenos y conocidos; mientras pasaban las horas en medio de un intrigante silencio.

Esa fría mañana de un día cualquiera, Raquel vio como su Alan había resuelto hacer sus maletas y abandonarla. Al despedirse, solo dijo: “extrañaré verte”. Raquel perpleja lo vio partir, luego de unos instantes; le envió este mensaje: “no es la distancia que separa a las personas, somos nosotros quienes hacemos difíciles las cosas, espero el día cuando nuestras pantallas se apaguen y se encienda la luz de nuestros corazones”.